Frases que me gustaron de «Mientras escribo»


«Mientras escribo» es un libro de Stephen King (el mismo de Carrie, Apocalipsis, Salem's Lot y un larguísimo etcétera) que habla sobre cómo él se volvió escritor y cuáles son, desde su punto de vista, los aspectos a tener en cuenta si uno quiere iniciarse en el mundillo de la escritura. 
  • El lenguaje no está obligado a llevar permanentemente corbata y zapatos de cordones.
  • Si quieres ser escritor, lo primero es hacer dos cosas: leer mucho y escribir mucho.
  • Tienes que estar dispuesto a replegarte a conciencia en la imaginación, y me parece que no es muy compatible con los presentadores de los talk-shows de moda.
  • Si no te diviertes no sirve de nada. Vale más dedicarse a otra cosa donde puedan ser mayores las reservas de talento, y más elevado el cociente de diversión.
  • Cuando descubres que estás dotado para algo, lo haces (sea lo que sea) hasta sangrarte los dedos.
  • No hace falta que te escuche nadie (o te lea, o te mire), porque siempre te juegas el todo por el todo; porque tú, creador, te sientes feliz.
  • Opino que la primera redacción de un libro (aunque sea largo) no debería ocupar más de tres meses, lo que dura una estación.
  • La mejor ayuda para una producción regular (¿trollopiana?) es un ambiente sereno. 
  • Las dos primeras novelas que publiqué (Carrie y El misterio de Salem’s Lot) las escribí en el cuartucho de lavar de una caravana doble.
  • Cuando entres en tu nuevo espacio de escritura y cierres la puerta, ya deberías haberte decidido por un objetivo diario.
  • Escribir es crearse un mundo propio.
  • Propongo unas mil palabras al día, y, como me siento magnánimo, añadiré un día de descanso semanal, al menos al principio. Más de uno no, o perderías la urgencia e inmediatez de tu relato.
  • Existe la posibilidad de entrenar a la conciencia para que duerma creativamente y, despierta, teja sueños de gran nitidez, que es lo que son las obras narrativas bien hechas.
  • Son necesarias la habitación y la puerta, y es necesaria la decisión de cerrarla. También necesitas un objetivo concreto. 
  • ¿Y de qué escribirás? Y de una respuesta igual de grande: de lo que te dé la gana. Lo que sea… mientras cuentes la verdad.
  • Y ¿a que nos gustaría tener un deus ex machina en la vida diaria.
  • A mi modo de ver, todos los relatos y novelas constan de tres partes: la narración, que hace que se mueva la historia de A a B y por último hasta Z, la descripción, que genera una realidad sensorial para el lector, y el diálogo, que da vida a los personajes a través de sus voces.
  • Desconfío de los argumentos por dos razones: la primera, que nuestras vidas apenas tienen argumento, aunque se sumen todas las precauciones sensatas y los escrupulosos planes de futuro; la segunda, que considero incompatibles el argumento y la espontaneidad de la creación auténtica.
  • Me interesa sobremanera que entiendas que mi principal convicción acerca de la narrativa es que se hace prácticamente sola.
  • Me fío mucho más de la intuición, gracias a que mis libros tienden a basarse en situaciones más que en historias.
  • Tiene preferencia la situación. Luego vienen los personajes, que al principio siempre son planos, sin rasgos distintivos. Una vez que se han fijado ambos elementos en mi cerebro, empiezo a contar la historia.
  • ¿Qué sentido tiene preocuparse por el final? ¿De qué sirve estar tan obsesionado con controlarlo todo? Algo, tarde o temprano, siempre pasa.
  • De los detalles e incidentes del relato, no hubo ninguno que se ajustara a un esquema argumental; eran orgánicos, excrecencias naturales de la situación inicial, partes desenterradas del fósil.
  • Casi todas las situaciones interesantes pueden exponerse mediante una pregunta en condicional: ¿Y si los vampiros invadieran un pueblecito de Nueva Inglaterra? (El misterio de Salem's Lot).
  • Tus deberes son dedicarle cinco o seis páginas de narración no premeditada; o, dicho de otra manera, excavar y observar el aspecto de los huesos. 
  • Casos de perdedores en el instituto los conoce todo el mundo; si yo describo el mío, excluyo el tuyo y pierdo una parte del vínculo de comprensión que deseo forjar entre los dos. 
  • La descripción arranca en la imaginación del escritor, pero debería acabar en la del lector. 
  • Para que el lector se sienta dentro de la historia, concedo más importancia al escenario y el ambiente que a la descripción de personajes. 
  • La clave de una buena descripción empieza por ver con claridad y acaba por escribir con claridad, mediante el uso de imágenes frescas y un vocabulario sencillo.
  • La pega es que los actos de la gente son más reveladores que lo que dicen, y que las palabras son traidoras: lo que dicen las personas suele comunicar una imagen que a ellas se les pasa totalmente por alto.
  • Una de las reglas cardinales de la buena narrativa es no contar nada que no se pueda mostrar.
  • La clave de escribir diálogos buenos, como en todos los aspectos de la narrativa, es la sinceridad. Si la practicas, si pones honradez en las palabras que salen de boca de tus personajes, descubrirás que te expones a bastantes críticas.
  • Sólo hay dos secretos: prestar atención a lo que hace la gente que te rodea y contar la verdad de lo que has visto.
  • Todo el oficio de la descripción, el diálogo y la creación de personajes se reduce a ver y oír con claridad, y, en segundo lugar, transcribir con la misma claridad lo visto y oído.
  • La función del simbolismo es adornar y enriquecer, no crear una sensación artificial de profundidad.
  • Empezar por las cuestiones e inquietudes temáticas es una de las recetas de la mala narrativa. La buena siempre empieza por la historia, y sólo pasa al tema en segundo o tercer lugar. Las únicas excepciones a la regla que se me ocurren, y no seguras, son las alegorías como Rebelión en la granja, de George Orwell.
  • Una vez que tengas escrito el núcleo de la historia es necesario que te plantees su significado y enriquezcas las versiones sucesivas con tus conclusiones.
  • Si escribo con rapidez, desgranando la historia tal como acude a mi mente y retrocediendo lo justo para verificar los nombres de los personajes y las partes relevantes de sus antecedentes, consigo dos cosas: ser fiel al entusiasmo inicial y superar la duda que siempre está al acecho.
  • Considero que no debería bajar de seis semanas. (El tiempo para dejar el borrador del libro guardado, antes de volverlo a ver para revisarlo.)
  • A veces discutimos sobre varios aspectos de un libro, y ha habido ocasiones, en temas subjetivos, en que ha prevalecido mi opinión, pero cuando me pilla en una metedura de pata lo acepto y doy gracias por tener a alguien que me diga que tengo la bragueta desabrochada antes de aparecer en público. (Hablando de Tabby, su esposa.)
  • Yo, cuando pienso en el ritmo, suelo acudir a Elmore Leonard, que lo explicó a la perfección diciendo que quitaba las partes aburridas.
  • Fórmula: 2da versión = 1ra versión – 10%. Suerte. 
  • Los precedentes, o historia de fondo, son todo lo que ocurre antes del inicio de tu relato pero que tiene impacto sobre la historia principal.
  • Contribuyen a definir a los personajes y establecer motivaciones.
  • Sobre la historia de fondo, lo más importante para recordar es que a) historia la tiene todo el mundo, y b) en general no es muy interesante. Cíñete a las partes que lo sean y no te dejes llevar por el resto. 
  • La mejor manera de aprender es leyendo y escribiendo mucho, y las clases más valiosas son las que se da uno mismo. Son clases que casi siempre se imparten con la puerta del estudio cerrada.
  • Siempre he escrito porque me llenaba. Puede que sirviera para pagar la hipoteca y los estudios de los niños, pero eso era aparte. Yo he escrito porque me hacía vibrar. Por el simple gozo de hacerlo. Y el que disfruta puede pasarse la vida escribiendo.
  • Sé por experiencia (de cuando era un crío con infección de oído) que cuando un médico dice que algo duele un poco es que en realidad dolerá mucho.
  • No quiero morirme. Quiero a mi mujer y a mis hijos. Me encantan mis paseos vespertinos a la orilla del lago. También me encanta escribir; en casa, encima de mi mesa, tengo un libro a medias sobre el oficio.
  • Escribir es mágico; es, en la misma medida que cualquier otra arte de creación, el agua de la vida. El agua es gratis. Así que bebe. Bebe y sacia tu sed. 


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